Pues sí, vivimos en un país en el que reciben con mariachi a los camiones de cerveza y bañan en cloro al personal de salud. Pero no sólo eso, vivimos en un país lleno de feminicidios, un país lleno de violaciones, un país que vive del narcotráfico y donde el presidente hace stand-up todas las mañanas. Todo este espectáculo sucede mientras aquellos que se quejan son también los primeros en las filas del OXXO para comprar un poco de Tecate Light (que es una mierda), poner 20 pesos de recarga a su celular y depositar la pensión de esa pobre criatura a la que con toda alevosía se atrevieron a traer al mundo, total, traer un niño a este país jodido no es muy diferente a comprar un perro pug.
Citar todos los males de este país no es una tarea sencilla, son precisamente esos males los que lo definen como país. Sé que no faltará el pendejo que siempre viene y con descaro me tira seudo argumentos apologéticos sobre la grandeza de la sangre mexicana, el orgullo de los nopales y lo chingón que es estar prieto, pero para serte honesto, a mí me importa un carajo el balance de bienes y males, es precisamente la normalización de estos males lo que siempre ha permitido que los mismos se salgan con la suya. Solo es cosa de que Hollywood te saque COCO y con la la rolita de recuérdame se te olvida que en cualquier momento te pueden violar y asesinar mientras los otros mexicanos están bailando como primates alrededor de un camión de cerveza Tecate.
Lo peor de todo es que las personas con poco cerebro (pero todavía sin llegar a la inteligencia necesaria), hacen unos párrafos de odio dirigidos a esas personas que pecan en pecados distintos a los propios. Es muy fácil para Laurita escribir lo mucho que odia a la gente alcohólica mientras ella se va todos las semanas a poner uñas diferentes en una salón de belleza que no ha sido clausurado. Es muy fácil para Juan criticar a sus vecinos por las fiestas clandestinas mientras él anda revendiendo cerveza en los grupos de Facebook. No creo que haya persona que pueda apuntar con el dedo sin apuntarse a sí mismo por uno o más errores.
Son todas estas situaciones divertidas las que no solo tiene a millones de mexicanos anexados en sus hogares, sino que además los están haciendo entrar en una atmósfera de odio que culminará en un genocidio cuando todo esto termine, se odiarán tanto los unos a los otros que si no los mata el COVID los termina matando las manos de otro mexicano.
Solo hay una forma de prevalecer en este país ante esta situación: estudiando y reflexionando.
El problema de este país es que la cantidad de mexicanos ignorantes y gente pendeja es mucho mayor a la cantidad de personas que en verdad están preparándose para levantar este país cuando todo se venga abajo. Es evidente que cualquier persona con tres dedos de frente sabe que se viene la mayor crisis económica en la historia de la humanidad, una crisis que solo podrá superarse a través de la educación. Es muy difícil ir contra la mayoría, incluso si todos son personas con un IQ de 80 y que todo el día tienen en cara el reflejo de Flehmen, lo cierto es que no podemos ponernos contra ellos pues en una de esas nos pueden asesinar y linchar en la plaza pública.
Dijo alguna vez mi padre Asimov: «La cepa de anti-intelectualismo ha sido un hilo conductor que serpentea a través de nuestra vida política y cultural, alimentado por la falsa noción de que la democracia significa que “mi ignorancia es tan buena como tu conocimiento”». En un país donde la ignorancia es mayoría, la única forma de que nuestro conocimiento sea el que lidere, es que el mismo sea superior a la ignorancia ajena. Aunque todo humano nace ignorante, es la ignorancia en los temas en boga donde realmente nos afecta la toma de decisiones y el curso que debe seguir un país. Es nuestra responsabilidad ser tan inteligentes y saber tanto que nuestro conocimiento sobrepase por mucho la ignorancia de los cientos o miles de mexicanos que tenemos en nuestro círculo más próximo, nos tocó ser la generación en la que necesitamos volvernos unos iluminados, necesitamos trabajar tanto en nosotros mismos que terminemos generando una segunda época de la ilustración, otro renacimiento.
No pierda el tiempo quejándose de sus vecinos, de las filas en el OXXO o de los ataques a enfermeras, usted no logrará nada y ni siquiera será un acto de concientización, ¿sabe por qué?, pues porque usted no es una persona lo suficientemente inteligente y preparada como para dar contundentes golpes a la estructura sociopolítica de su país. Antes de tirar golpes primero necesita entrenar, necesita ilustrarse y necesita operar de una forma tan inteligente que los primates a su alrededor no se percaten ni de la más mínima de sus acciones.
No gaste este tiempo dándose de golpes contra la pared, use este tiempo para volver como una persona iluminada y preparada para lo que se viene, solo así le va a callar el hocico a todos esos changos, solo así podrá sobresalir.
Llénese tanto como pueda, cuando el mundo arda y todo llegue a su fin, podrán aplicar la famosa frase de Rorschach en Watchmen a su propia manera:
Toda la corrupción de AMLO, la ignorancia acumulada en un sistema pútrido de educación, las filas en el OXXO, los ataques al personal de salud, todos los muertos y todos los feminicidios. Toda esa suciedad os llegará a la cintura y es allí cuando todas las putas, políticos, jugadores de Fornite, otakus e influencers alzarán la cabeza y gritarán: ¡Sálvanos!… yo miraré hacia abajo y susurraré “no”…