No es lo mismo hacer las cosas bien, que hacerlas muy bien, que hacerlas perfectas. Cocinar y vivir bajo «a ver qué vergas decide cuestionar la gente».

Últimamente (como siempre) he recibido mensajes ligeramente hostiles entorno a lo que hago o no hago, al parecer la gente siempre se cuestiona todo (bien por ello). Que si ando caminando chueco, que si ando hablando más calmado, que si ando destilando menos odio o tan sencillamente (como ha pasado últimamente) que si el porqué ando cocinando si se supone me caga.

A ver pedazos de mequetrefes inservibles hijos de puta malparidos sin nada qué hacer: me caga cocinar, eso es un hecho, pero también me caga vivir y aquí sigo, respirando como todo un pendejo (y experto en el arte), vivo más por vocación que por el placer de hacerlo. ¿Ustedes son libres de pecado?, ¿cuántas cosas hacen al día a día que les caga hacerlas?, hasta dónde yo sé el 99.99% de ustedes trabajan en un jale mierda mal pagado y allí siguen, mame y mame nomás para poder comprarse el fin de semana una cubeta de cerveza ultra (en un bar culero) y unos shots de baby mango no sé qué pitos para poder engañar a sus compas (más mecos que ustedes) en historias de instagram sobre que la vida anda sobre ruedas y que «lograron» sus metas en la vida. Sacando en abonos sus pinches tenis Jordan, empinándose en un crédito para un carro que terminarán de pagar en el 2030 o en un crédito hipotecario que acabarán de pagar en 20 o 30 años, porque claro, vale más la pose que la realidad, vale más lo que intentan demostrar a sus compas que lo que realmente son. Hace años que decidieron ser las putas de no sé qué modelo económico que los tiene subyugados y allí siguen, fingiendo que hacen lo que hacen porque «quieren» y no porque se vieron obligados.

Tomando lo anterior ya no como «premisa», sino como axioma, pasaré a dar mi seudo «apología» al porqué hago lo que hago, y dando antecedentes (que no acentúan, sino que hasta cierto punto les da la razón) sobre el porque de las mierdas que hago en estos momentos, pareciesen no tener congruencia con el histórico que por estos lares se ha escrito en pierda.

Hace años (allá por el 2017) escribí un artículo llamado: «Ser chef es como ser puta» (o una madre así, os dejo el artículo aquí mismo: https://3deep5me.wordpress.com/2017/02/16/querido-diario6-ser-chef-es-como-ser-prostituta/).

El equivalente (y de lo que muchos se agarran) es homologar a frases como: «respirar es para pendejos, ergo, si respiras eres un pendejo»…. mmmmm, cuestionable. Retomo el punto del primer párrafo: ¿cuántas de las perras cosas que haces en el día no van en contra o son incongruentes a lo que pregonas respecto a TUS GUSTOS o sobre a la vida que APARENTAS?

El hecho de que me cague cocinar (que me caga), no significa que no pueda hacerlo o no sepa. Llevo estudiando química desde los siete años, ¿crees que mezclar mamadas y ponerlas en la estufa siquiera representa un reto mayor al que implica limpiarme el culo todos los días o el que implica pelar una mandarina o comerme un pedazo de pastel?, por favor, tal vez para usted que no sabe cortar cebolla y diferenciar entre un mirepoix, brunoise o juliana (y las implicaciones), pues se lo creo, y se lo creo en mayúsculas. Luego también está la contraparte, el mono en su papel de «experto» que quiere venir a demostrarme que él sabe más. Amigo, para alguien que ha tenido que hacer más pendejadas que simplemente jugar con la el peso derivado de la gravedad y de la cantidad de masa en un cuchillo, tus discursos resultan, pues…. «meh», vaya y cuéntele a su mamita que sus de dos a cuatro años de preparación culinaria son la mamada, que ellos se lo crean, porque para mí eres un pendejo, por más que de «ciencia» o «arte» intentes disfrazar a lo que sea que usted en su papel apologético le apueste a la carrera que decide que lo defina, ¡pff!, toda una vida y sólo un área del conocimiento, insectos…

Cuando hablo de cocina, me gusta hablar de ella en sus puntos más álgidos, no porque sea un mega fan, sino porque todo lo que yo hago, por más pendejo que sea, lo intento hacer no bien, ni muy bien, sino perfecto.

Lo he intentado hacer en la ciencia, lo he intentado hacer en las ciencias de la computación y evidentemente lo he intentado hacer en cada cosa que hago (sin exceptuar si lo que ando haciendo es un puto huevo con salchicha, aka: cocinar en cualquier extrapolación que le intentes dar).

Para mí hay una discrepancia en hacer las cosas bien, hacerlas muy bien y hacerlas perfectas. Perfectas habla de ti, de lo que quieres, de lo que deseas, del amor que le das a las cosas y la importancia que les otorgas. Te puedo dar un ejemplo fácil homologado a la programación:

Cualquier estudiante pendejón de primer año te puede hablar de algoritmos de ordenamiento, sin entrar a detalles: si jugamos a las cartas, y te doy una mano de siete cartas (donde hasta cierto punto cada carta tiene asignado un «valor») sin dificultad podrías ordenar las mismas en tu mano, poner el As al inicio, seguido del 3, tal vez más adelante un siete (porque fue lo que te tocó), luego un diez, tal vez después una J, etc, etc.

Parece tarea sencilla, ahora, ¿qué pasaría si en vez de ordenar cinco o siete cartas, te doy 34562342435 cartas?, seguro que la tarea no es tan sencilla. Pues bueno, entender este problema y hacer un algoritmo (una serie de pasos finitos y lógicos) INFALIBLE en sus resultados, es el día a día del programador, ¿qué serie de pasos que entienda yo y una computadora puedo plantear para resolver este problema?

El hecho de llegar a una solución es hacer las cosas bien (porque no llegar no es ni «bien»), pero de allí a pararte y decir: «ESTE ES EL MEJOR PROCEDIMIENTO», hombre, eso es una historia bien diferente, pararte y tener los huevos de decirlo para mí es hacer las cosas muy bien, estás por encima de los pendejos que ni siquiera pudieron resolverlo, te paras sobre el grupo que sí y todavía te pones como el mejor de lo mejor.

Sin embargo, hacer las cosas de forma perfecta no es sólo eso, es poder demostrar que incluso entre los mejores estás haciéndolo por encima de ellos, y todavía contemplar que aunque tu método es el más «rápido», contemplas que en determinado momento lo mejor sería apostar por el de Juanito, y aún así demostrar el porqué es mejor, es cierto, tu «ordenamiento rápido» es bueno para 5.4 billones de cartas, pero resulta que el de Juanito (matemáticamente) ha sido demostrado que es el mejor si no te pasas de las 100 cartas.

En la cocina pasa algo parecido, no es lo mismo hacer un huevo con salchicha (que puede entrar a la categoría de bueno), que hacer ese mismo huevo incluyendo las especias correctas y dando justificación del porqué unas y no otras, a hacerlo de forma perfecta y contemplar un absoluto, desde las especias mencionadas, las bebidas, guarniciones, acompañamientos, tiempos de cocción y respetar las reglas habidas y tener la osadía de romperlas si (y sólo sí) eso te hace alcanzar la perfección.

Aunque odie la cocina con todo mi ser porque es demasiado tiempo el que conlleva, algo sé de ello, pero como procuro no cocinar (mi dieta se basa en comer carnes frías con mayonesa), cuando lo hago, procuro que sea perfecto, de la misma forma que lo he procurado con la química o con el sencillo hecho de seleccionar un algoritmo adecuado para el problema que se me plantea día con día en el trabajo.

Cuando tú le apuestas a hacer las cosas de forma perfecta, un desliz como mucho te puede dejar en «las hizo muy bien», y créeme, un «muy bien» está muy por encima del promedio, un promedio que ni siquiera lo intenta.

Ahora la pregunta del millón: ¿por qué te esmeras en hacer las cosas perfectas?, pues porque tengo personas especiales en mi vida a las que se lo debo: tengo mi novia y tengo otras serie de personas, todos ellos son personas a las que les quiero demostrar que puedo hacer las cosas perfectas, desde el cómo hago mi trabajo de ingeniero en Software, hasta la más nimia acción en una cocina.

¿Vale la pena?, pues sepa su chingada madre, sólo quiero que cuando me juzguen ellos por mis acciones, independiente del resultado, no puedan decir «no lo hizo lo mejor que pudo». Al contrario, quiero que sea tan grande el intento, que ni siquiera puedan categorizar mis acciones, que no puedan siquiera cuantificar el trabajo, el detalle y el amor que hay detrás de cada acción, quiero sobrepasarme en todo sentido.

Si lo hago de esa forma, si me paso de vergas en cada acción como siempre intento hacerlo, mínimo sé que al final (a falta de juicio del público objetivo), no me quedará otra cosa que evaluarme a mí mismo, y como puedo mentir a todo el mundo salvo a mí mismo, quiero dormir sabiendo que intenté hacer las cosas de forma perfecta, aún si no lo logro, el fallido intento no me quitará el sueño por las noches, pero no haberlo intentado seguro que sí.

Porque este mundo está lleno de gente pendeja, que no llega ni al «bueno» (no hablemos de hacer las cosas perfectas), pero pues la lógica es fácil, entre más lejos apuntes, si lo haces realmente, lo único de lo que te debes de preocupar es haberte quedado muy cerca del objetivo final, y esa pequeña distancia, créeme, siempre (por experiencia te lo digo), está muy, muy, muuuy por encima de la media.

Qué puta hueva siempre hacer lo mínimo, y qué puta hueva siempre hacer lo mínimo por las personas que amas o aprecias. Sea mi familia, mi novia, mis amigos o quien caiga, si me tomo la molestia de hacer algo por ellos, no espero ser bueno… Espero hacerlo a la perfección… porque si no es así, ¿de qué otra forma vale la pena hacerlo?

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