«Y que así, el hombre mantenga, lo que de niño prometió» es la frase con la que finaliza una poesía que dedicó Friedrich Hölderlin a la memoria de su abuela.
Ya no soy un hombre que lee o estudia la poesía como en secundaria, pero sí recuerdo las frases más importantes. Hoy, día del niño, creo que es el mejor día para recordar algunos libros e ideas que se te quedan grabadas y que pocas veces son recordadas para percatarnos de lo mucho que la vida nos ha quitado, y claro, de lo poco que hemos hecho para revertir el proceso.
Yo nací como niño y con la inocente idea de cambiar el mundo, todos los niños intentan cambiar el mundo a su manera, porque de niño sólo se tiene ambición por el propio bienestar bajo las reglas que impone la todavía pobre concepción de la realidad que tenemos.
Algunos lo logran, otros no, pero el hecho de que no lo hayamos logrado hasta el momento no es razón para permitir que sea el mundo el que nos cambia a nosotros.
La hipocresía, el odio, las mentiras, las decepciones, el dolor, la injusticia y todas las cosas malas del mundo nos amoldan a su manera, nos hacen creer que estamos siendo esculpidos de la manera correcta para cumplir con los estándares morales de una sociedad que se auto pregona de justa y correcta, pero que en el fondo todos sabemos que está pútrida y falaz.
¿Por qué si el niño es la cosa más pura nos esmeramos en cambiarlo a nuestra manera?, a nuestros ideales, a nuestras costumbres, es cierto que a nuestras virtudes pero también a nuestros peores errores.
Con el tiempo el niño se convierte en alguien que cree que ya no puede cambiar las cosas por no tener dinero o poder, por no tener lo que el materialismo y la sociedad impone como necesario para lograr ser alguien.
Eso es una gran mentira, el niño nace siendo todo, somos nosotros como sociedad los que le quitamos todo lo que vemos como «sobrante», nos molesta en nuestra adultez ver que algo tan pequeño pueda ser tan virtuoso.
No hay nada más interesante que hablar con un niño, aprendes más de los niños que de los adultos. Allí, cuando hablamos con ellos es cuando todo lo que no comprendemos nos molesta y lo intentamos quitar para que el niño encaje en nuestros nimios dogmas sociales, científicos, culturares y todas las demás carencias.
Les metemos religión, les metemos capitalismo, les metemos moral, ética, costumbres y cosas que no le sirven de nada al niño, sólo los contaminamos de todas esas minucias que el día de hoy nos tienen como los adultos amargados y pobres de espíritu, de pensamiento.
No hay mayor daño para un niño que el hecho de tener unos padres pendejos que no le permitan el libre pensamiento. No hay mayor daño para un niño que tener unos profesores pendejos que lo martillen a su manera. No hay mayor daño para un niño que una catequista pendeja que le diga en lo que tiene que creer y en lo que no.
Si el poder recayera en manos de los niños habría más futuro para esta humanidad que el poder en manos de los «pensadores» políticos que tenemos hoy en día.
No hay frase más correcta que aquella que dice «los niños son el futuro», sí, pero solo si nos remitimos a dejar que ellos logren ser para lo que se supone nacieron, la magia en la ontología del niño. De eso se trata, no de que sean lo que nosotros queremos que sean. Porque hacer que un niño sea una proyección de nosotros sólo es una extensión de nuestro ser, no de lo inherente al niño.
Si eres adulto y estás leyendo esto asumo que poco niño queda de ti, no intentes ser en piel ajena lo que no has logrado ser en tu vida.
Revive en ti la felicidad de saber que eres un pendejo, revive en ti la llama de tener inocencia en las cosas que vale la pena tenerla, revive en ti la felicidad de probar un platillo nuevo, de reír con la caricatura más tonta o el chiste más infantil, revive en ti la simple dicha de seguir aprendiendo.
Aunque a veces el camino sea austero, aunque a veces los cuestionamientos nos lleven a lugares donde estamos solos, la poca luz que vemos en esos lugares son las que nos hacen pensar cosas como este texto, son las que nos hacen seguir en una vida amargada donde sabemos que somos la soledad por antonomasia.
No tengas miedo de pensar o comportarte como un niño, no tengas miedo de demostrar que eres lo que tu sociedad llama «inmaduro», yo lo soy, y también creo firmemente que eso que soy cambiará al mundo de una u otra manera, porque precisamente eso es lo que la filosofía llama «idealismo», es la fiera idea de creer en que nuestras ideas tienen el poder de cambiar el mundo, y créeme, más ideas y más chingonas hay en la mente de un niño que en la mente de un adulto que dejó que hicieran con él lo que le salió de los huevos a esta sociedad.
Me despido, no sin antes recordarte una de las frases más famosas de uno de mis filósofos favoritos, Jean-Paul Sartre:
«Cada hombre es, lo que hace, con lo que hicieron de él».
Feliz día del niño a mis niños, a mí, y a ti si es que todavía tienes algo dentro de lo que tanto te han quitado los agiotistas de lo «políticamente correcto». Sigue soñando, y por el amor de lo que llamas Dios: No dejes de creer que puedes cambiar al mundo con tus ideas.
#PeaceOut