No existen personas de buen corazón, no mamen, sólo existen idealizaciones pendejas que tenemos sobre personas igual o más pendejas que nosotros.
Donde vemos personas con «buen corazón» en realidad hay una proyección de nuestros anhelos, un grito desesperado de que alguien satisfaga cosas que otras personas no hacen. Lo vemos en familiares, lo vemos en amigos, lo vemos en mascotas, lo vemos en nuestra pareja, lo vemos en todos lados, porque en todos lados buscamos fe. El humano busca la fe incluso en los lugares más pendejos, y no existe lugar más pendejo que buscar fe en otra persona, en el cielo o en las palabras de un libro.
«Mira, ese chico me gusta tanto porque tiene buen corazón, voy a iniciar una relación con él para darme cuenta en uno o dos años ─cuando se haya aburrido de coger conmigo─ que es una mierda de persona, como todos los demás, luego voy a culpar a esa persona a pesar de que yo misma fui la que me engañé, porque estoy toda pendeja, idealizo tanto a las personas y creo tanto en los «buenos corazones» que no estoy preparada para la vida, no estoy preparada para aceptar la idea de que no existe tal cosa, en vez de aceptarlo y hacer crecer mi estoicismo me engañaré de nuevo, una y otra vez, iniciaré una búsqueda en todos los hombres del planeta, para al final darme cuenta que todos son una mierda y quedarme con el menos peor, claro, hasta que se aburra de coger conmigo».
¿Los «corazones buenos» existen?, claro, pero existen tanto como duremos en abrir los ojos, existen tanto como duremos en empezar a pensar con la cabeza y menos con el hueco que muchos juran tienen relleno con también un «buen corazón».
Maduren pendejos, todos estamos hechos mierda, ustedes en algunos aspectos, yo en millones de ellos. Lo importante es darse cuenta que no existe tal cosa como «buen corazón», y claro, que las personas que van en búsqueda de algo como eso son las que más sucio lo tienen, porque claro, sólo buscamos aquello que no tenemos.