¿Cómo hacer enojar a personas que siempre quieren tener la atención?
No les conté, el otro día tuve que ir a clases ─porque la vida me odia y ya todas las escuelas andan en presencial─, tuve una materia súper interesante llamada «Administración de proyectos de TI», la cual trata sobre las metodologías para administrar proyectos relacionados a la ingeniería de software: métricas, métodos, etc, etc.
Pura basura para ser honesto, cualquier ingeniero en software en el campo laboral te puede hablar de lo alejado que está la teoría de la práctica, en la teoría todo es hermoso, en la práctica la documentación de un proyecto la puedes encontrar hasta en formato .txt y con fechas de entrega más modificadas que la chingada.
Como sea, al profesor que me dio esa materia ya lo había tratado en clases virtuales, este hombre tiene una característica que me caga mucho en las personas, la cual es que interrumpe a los demás mientras están hablando.
Mira, esto de la la raza que interrumpe ya se me hace de mala educación, aunque hay que admitir que depende del contexto. Por ejemplo, en una peda con una caguama en la mano, me da igual si los participantes en la tertulia se empiezan a interrumpir en el calor de la discusión, de hecho es casi necesario que pase para que todos se lleven unas buenas risas debido al exceso de mamadas que proliferan de las bocas a los que el alcohol los ha desinhibido para decir sus más oscuros chistes.
Pero, cuando esto sucede en una conversación normal y eres interrumpido por tu interlocutor al momento de dar una respuesta a una pregunta que él mismo te ha planteado, eso hace hervir mi sangre, ya sea que me pase a mí o le pase a otra persona.
A este tipo de personas ya los tengo bien identificados, son esos hijos de puta histrónicos que deben ser el centro de atención siempre y tener la razón sí o sí. Por suerte la vida me ha enseñado técnicas para volar la cabeza de estas personas, ¿quieren una fácil?, no los mires a los ojos mientras están hablando.
En mi caso fue lo que hice, mientras el susodicho zafio impartía su clase, yo miraba por la ventana, observaba a los bonitos pájaritos y los bonitos árbolitos, qué bonito todo ─claro, todo esto sin dejar de escuchar el soliloquio (pues nadie le respondía nada) de falacias─.
Mi paciencia se acabó cuando el compa dijo algo tipo:
─Antes era más difícil programar.
Yo, una persona que le gusta hacerle de pedo, le dije:
─¿Y cuál es tu argumento para decir que la programación era más difícil antes?
A lo que él respondió:
─Pos porque antes había menos herramientas, ahora hay más lenguajes y más cosas.
─Bueno, pues por eso mismo, siguiendo esa lógica realmente antes se necesitaba menos, ahora hay más lenguajes porque programamos para más plataformas, PC, móvil, televisiones, microondas, ahora hacemos pruebas unitarias, contenedores, orquestación, etcétera. La gama de tecnologías y criterios en las mismas se ha incrementado, ahora es mucho más difícil programar a cómo era antes.
Él dijo que nel, que yo era un meco, pero como yo ya había estado mirando por la ventana, el hombre me traía «en jabón» ─diría mi jefa─, venga, que no era de su total agrado (que es justo donde lo quería tener para meterle la verga en el intercambio de ideas).
El mecoide siguió aferrándose a sus ideas, hasta que dijo algo clave:
─Bueno, eso es mi forma de verlo.
─Bueno, entonces esa es tu opinión, no la realidad de las cosas, es sólo eso, una opinión ─dije.
─Pues sí, es una opinión, fue lo primero que dije, sólo que no estás prestando atención.
─Mira, no te escucho por el cubrebocas.
Él no lo tenía puesto ─es reglamento en esta universidad de bajos recursos y de bajos coeficientes intelectuales en los profesores─, a lo que respondí con un alegre.
─Es reglamento tener el cubrebocas, de hecho, tú lo deberías tener puesto.
El hombre se ofendió, se lo puso y siguió con su idea de que yo no le estaba prestando atención.
─Puedo repetir exactamente palabra a palabra todo lo que acabas de decir, el hecho de que no te esté mirando no significa que no esté prestando atención.
Hizo unos gestos extraños, luego agregué:
─No necesito usar mis ojos para prestar atención, si estás hablando uso los oídos.
Para este punto el hombre ya estaba ardiendo en llamas, así que procedí a la siguiente fase, la cual ya era no participar y seguir mirando por la ventana.
El hombre se volvió loco, y tarde que temprano empezó a hacer alusión a mi persona en su muy falaz discurso sobre ingeniería en software, siendo recalcitrante en que él tenía 56 años y que programó desde los 90’s, ¿pero yo qué sé?, se chingó un pulgar y supongo ya no siguió ejerciendo, por eso ahora se dedica a dar clases a generaciones de jodidos sumisos que siempre le dan la razón, pero una vez cada mil años, aparece alguien como yo, que apenas tiene a uno de estos ejemplares al frente, no puede resistir la tentación de prenderles un petardo en el culo.
Al final del día se aventó un discurso diciendo que si no le gustaba la clase a alguien, se saliera y le ponía un 80, allí fue cuando decidí mirarlo, el compa pensó que yo aceptaría, pero sólo me remití a decir:
─Suena tentador.
¿Por qué no me salí?, sencillo: soy una verga. No importa qué tan cabrón sea el examen de maths, progra, o lo que sea de este rubro, obvio lo voy a pasar y le voy a meter la verga a esos profesores déspotas, mi boleta de calificaciones parece binario, tiene puro 100, no voy a permitir que un cabrón que habla bullshit venga y me ponga un 80 sólo porque el muy perro desgraciado no me quiere tener en clases porque le digo que me justifique las mamadas que salen de su boca. Pago una inscripción, tengo derecho a recibir educación de calidad, voy a obtener conocimiento, no opiniones pendejas, si quisiera una opinión pendej voy y leo los comentarios en las publicaciones de la opción de Chihuahua, punto.
El compa se enojó, algo me preguntó ─no recuerdo qué─, pero recuerdo que en la respuesta le seguí hablando de «tú» a lo que respondió con un gracioso:
─No me tútees ─qué es hablar de tú a una persona en vez de «usted». algo típico en el norte cuando se tiene una relación de «respeto»/póder entre los involucrados─.
Agregó algo tipo:
─Yo podría ser tu padre ─se refería a su edad─.
Raza, si eres profesor, tienes 60, 100 o 200 años, a mí me vale verga, el hecho de que tengas un milenio de edad no te exime de ser un pendejo o de cometer pendejadas, con eso se nace y con eso se muere.
Bien decía Fito Páez: «La sabiduría llega cuando no nos sirve para nada», los errores de este compa a sus 56 los entenderá a los 70, cuando posiblemente ya esté jubilado y ya no los pueda transmitir a nadie.
Yo no caigo en esa falacia de **ad verecundiam, a mí el más docto de los doctos no me va a convencer de nada si no me demuestra o me justifica que lo que dice es un hecho, que haya evidencia, que me lo demuestre matemáticamente. Por suerte, las ciencias de la computación son una rama del área DE LOS FUNDAMENTOS de las matemáticas, es de las cosas más puras allá afuera, ergo: puedes demostrar matemáticamente casi cualquier mamada de esta área.
Pinches profes buenos para nada, casi casi me recuerdan a los de química.
Como sea, una anécdota divertida, moraleja:
Si quieren hacer emputar a una persona que siempre quiere tener la atención, no lo mires a los ojos.
Creo que conozco a ese profesor. No soy muy avispada en ese tipo de cosas, pero ya había sentido algo extraño con el tipo de speech que se avienta y la manera en dirigirse hacia los alumnos. (Yo esto, yo aquello, yo si, yo no). Hay que demostrarles que somos fregones y que somos diferentes generaciones y no todos aprendemos igual. 🙂
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