
Hace un momento una morrita pues no muy agraciada subió una foto y se me hizo de muy mal gusto como sus amigas bromeaban dándole indirectas de que estaba plana. No me gustan ese tipo de bromas y no las voy a tolerar dentro de mi lista de contactos, es algo cruel e hijo de puta.
Me recuerda cuando estábamos en secundaria y nos gustaba hacer bromas igual de crueles porque estábamos chavos, les cuento…
Cuando estábamos en secundaria los profesores tenían la llave del candado de cada salón, ellos eran los que se encargaban de abrir la puerta y por comodidad solían dejarlos colgados en la especie de «cerradura» que estaba en la misma, esto como un acto de inocencia, realmente los profesores no estaban al tanto de que dentro de los alumnos había un genio con un IQ de 200 dispuesto a hacer pasar mal rato a cuanta persona se atravesara en su camino, pobres desdichados.
Al igual que los alumnos, los profesores utilizaban el recreo para ir a tomar sus sagrados alimentos a la cafetería de la escuela. Un día este joven de un IQ de 200 cuyo nombre no mencionaré (pues me pidió que mantuviera anonimato debido a su largo historial delictivo), decidió robar algo así como diez candados en el mayor atraco a la propiedad de la escuela jamás visto en la historia de dicha institución.
Mientras los otros mocosos con sus caras llenas de chetos y frutsi se dedicaban a jugar fútbol, él optó por ir de salón en salón robando todos los candados que se había topado, aprovechando aquél desliz de inocencia de profesores menos inteligentes que se supone eran los que estaban encargados de dictarle esos conocimientos que lo «volverían mejor persona».
Una vez realizado el botín, decidió guardar todos los candados en una bolsa negra y arrojarlos unos cuantos metros fuera de la escuela para recogerlos a la salida, esto en caso de que los profesores notaran el patrón y decidieran hacer una inspección. A pesar de las medidas preventivas, él sabía la naturaleza del típico profe cuarentón ya con un cerebro aletargado, ¿no encuentras el candado?, seguro fue un descuido tuyo ─pensarían los profesores primates imbéciles. ¿Crees que alguien que estudió en «la normal» puede descubrir a un niño con esta naturaleza?, ¡pff!, ni en mil años.
¿Para qué un niño de secundaria robaría todos los candados de la escuela?, me alegra que me lo preguntes, presta atención al plan.
Con uniforme y recorriendo las calles de aquella colonia en la que se encontraba la escuela, el niño se encontraba inspeccionado aquellas casas en las que tuviera un barandal exterior con ranura para candado, tú sabes de que tipo de «rejas» te hablo, aquellas que se abren deslizándolas.
Como todo genio del mal con un IQ de 200, el chiste no está sólo en hacer el mal, sino en disfrutar la cara de la victima, ver las expresiones de dolor y desesperación. Así como todo el placer que sintió cuando vio a los profesores tocando todos sus bolsillos y buscando en sus maletines a la hora de salida, de esa misma forma quería ver las expresiones de los pobres infelices que habían quedado atrapados en sus propios hogares.
¿Te imaginas?, director, profesores, alumnos y ciudadanos que seguro tienen algún tipo de estudios, todos engañados y humillados por un inocente y aparentemente inofensivo niño de secundaria, increíble, se me pone dura tan solo de recordarlo.
Este chico no iba solo, a la salida decidió contar el plan a dos de sus amigos, la broma del siglo: ellos acompañarían al genio a poner el candado en una determinada casa, luego de que lo colocaran tocarían la puerta para fingir que iban a realizar una tarea de la escuela que consistía en hacer una entrevista.
La intención era que durante la entrevista alguno solicitara un vaso de agua o simplemente agilizara la mente del espectador para percatarse de que el candado estaba colocado, una vez que la victima se percatara del suceso ya no había vuelta atrás, se venía la escena de desesperación.
No habían ni pedido el vaso de agua cuando la señora de la primera casa que habían decidido atacar se percató de que estaba encerrada.
─Ah chingado, ese no es mi candado ─dijo, mientras lo agitaba.
─¿A poco? ─dijo el genio malvado de 13 años.
La señora paró la entrevista y a paso acelerado entró a su casa a por las llaves, salió y de forma rápida empezó a probar una a una, entre más avanzaba más se empezaba a poner nerviosa, se le notaba en el temblor de sus manos y en el cómo se le empezaba a quebrar su voz, de la nada empezó a gritar:
─¿QUIÉN CHIGANDOS HIZO ESTA MAMADA?, ¿QUIÉN? ─mientras miraba a los chicos.
El joven inteligente y guapo del que les hablo, evidentemente tenía problemas de narcisismo, así que aguantándose las ganas de cagarse de la risa, dijo:
─No lo sé señora, nosotros sólo hemos venido a hacer nuestra tarea, no vimos a nadie en las cercanías antes de llegar, ergo, no tenemos idea de quien haya sido.
La señora hizo algunos comentarios ya con lágrimas de que vivía sola con su hija, y de que no tenía quien la ayudara. Entre más lloraba y más alzaba la voz, más este niño (anónimo) sentía como algo se movía entre sus piernas, era ya algo excitante el saber que había jodido a esa puñetera persona ignorante que si por él fuera debería estar muerta sólo por el hecho de ser menos inteligente que él.
El llanto y las lágrimas llamaron la atención de la hija, que por el tamaño debería rondar entre los seis o siete años de edad.
La madre le gritó que se metiera a la casa, pero toda la algarabía que había allí afuera confundieron a la niña, pues la madre estaba golpeando con fuerza el barandal, por si fuera poco era de los que no tenían parte superior, sino que estaban completamente sellados en la parte superior, no había forma de salir de esa casa.
Como dije, todo el sonido y la cara de la madre asustaron a la niña, la cual empezó a llorar pues nunca había visto a su madre en ese estado, las lágrimas de la niña excitaron más a este joven genio, guapo, hermoso y sutilmente narcisista que jamás había imaginado que su broma hubiese salido tan bien, digo, la pensó como en 30 segundos, y bueno, 30 segundos en su cabeza es algo así como varios días en la cabeza de las personas comunes y corrientes, había pensado varios desenlaces, pero no calculó que había en el mundo personas que sencillamente no sabían sobrellevar ese tipo de situaciones y cuyas reacciones le iban a generar placeres superiores a los sexuales (en aquél entonces todavía era virgen, pero ahora ya que cogió pues sabe bien que es mejor ver llorar a una madre encerrada en su casa que coger con una morra bien buena).
Como sea, aquí es donde inicia lo interesante:
La niña tenía una condición de epilepsia, donde el sonido del barandal en conjunto con los gritos y llanto de la señora, le generaron una situación grave de estrés que culminó en un ataque, la niña se desplomó al suelo y empezó a retorcerse de una forma muy graciosa, tanto que aún por las noches este chico genio se masturba recordando esa escena.
La mamá ni se percató porque seguía golpeando el barandal con fuerza mientras le decía a los muchachos que por favor la ayudaran.
Los dos títeres que habían acompañado a este don chingón, ya se habían puesto a intentar ayudar a la señora a mover el barandal, así que nadie (excepto el genio) se había percatado que la niña estaba al margen de la puerta retorciéndose.
Supo que las cosas se habían puesto «serias», pero, ¿qué tan serias?, si la señora se veía que era una estúpida, con más razón toda su estirpe, no había realmente algo de valor que se fuera a perder ese día, tal vez uno de los diez candados, pero párale de contar, ergo, este increíble bromista tuvo que pararse un minuto a pensar.
Ya cuando por fin terminó sus cavilaciones, decidió informar a la señora, esta se giró y de forma rápida se abalanzó sobre su hija, llorando y gritando que tenía que llevarla al médico de urgencias.
─Señora, ¿quiere que vayamos a pedir ayuda a un cerrajero o alguien que pueda abrir la puerta ─dijo la sexy mente maestra.
─¡POR FAVOR! ─respondió entre lágrimas la señora.
El chico le propuso a sus amigos y salieron corriendo, apenas cruzaron la esquina los detuvo y les dijo:
─Vámonos, si se enteran que fuimos nosotros nos van a meter al bote, y pues los tres metimos manos en el asunto, ¿quieren joder sus vidas?
No le costó muchas palabras para dejar a sus secuaces cagados de miedo, los mismos aceptaron que lo mejor era irse.
─Ustedes vayan corriendo en aquella dirección y doblen la esquina, luego piérdanse entre las calles pero sin llamar la atención, yo me iré por esta otra.
Todos acordaron y marcharon, claro, todos excepto el genio. Cuando él notó que sus títeres habían desaparecido él decidió volver, no a la casa, sino a la esquina. Se sentó justo a la vuelta para lograr escuchar los gritos de auxilio y el llanto de la señora, era un lugar no muy concurrido o todos estaban en sus trabajos, pues al parecer nadie logró auxiliar a dicha mujer.
La epilepsia no es letal, la OMS informa que sólo uno de cada mil adultos mueren de forma súbita debido a esta condición, en menores es todavía más extraño.
Así que dicha broma no terminó en ninguna perdida humana, este niño estuvo como una hora más en lo que la señora decidió tomar el teléfono y llamar las autoridades correspondientes, cuando menos se dio cuenta la casa ya estaba rodeada por una ambulancia, un camión de bomberos que ayudó a romper el candado y la típica cruz roja.
Él se desvaneció cuando la cosa empezó a ponerse seria.
Los días siguientes sólo le dijo a sus amigos que la niña había muerto, esto para que a estos pobres infelices toda la vida los siguiera la muerte de la niña.
Hoy en día todavía amenaza a esos pobres infelices por correo electrónico cuando necesita algún favor.
─Necesito que me prestes 500 pesos o voy a contar el día que ayudaste a asesinar a aquella niña.
Los pobres acceden a casi todo, es lo que hace el miedo.
En fin, por eso no deben hacer esas bromas pesadas, ya sea burlarse de la chica plana o encerrar a una señora y una niña epiléptica en su casa…