
Me siento como en el meme de «peace was never an option», todos publicando, burlándose y celebrando sobre la inminente tercera guerra mundial. Estoy feliz por ustedes, el 2020 realmente los convirtió en otras personas, en este caso, en unos expertos de la política internacional. Antes unos ignorantes cuya inteligencia brillaba por su ausencia, hoy unos letrados en las beligerencias en boga y conocedores de dos países con dos culturas completamente discrepantes entre sí y completamente distintas a la que ustedes profesan en estas áridas tierras mexicanas.
La guerra no es un juego, pero tampoco voy a venir de doña «quejosa» a decirles que no hagan memes. Creo que burlarse de las muertes y del posible conflicto entre países me da la razón en aquello de la hipocresía que muchos visten con ostento y presunción pero que tarde o temprano niegan por miedo a que las personas piensen mal de ustedes.
Dentro de todo el séquito de ignorantes que siguen estas tendencias, el que más me da risa es el que se ve aliado de China, Rusia y otras naciones. Han de creer con fe ciega que la guerra va a ser la oportunidad para salir del país, cuando claro, nunca lo lograron por sus propios méritos o capacidades.
No criaturas, si hay una guerra de esa magnitud lo primero que se van a cerrar son las fronteras en todas direcciones, ¿nunca han leído como funciona la cosa?, en época de guerra todos son espías, enemigos en potencia. Además ustedes como mexicanos están tachados en muchos lugares por esa actitud, ¿no recuerdan cuando quemaron la bandera de Alemania y Croacia?, ¿quién va a querer en época de guerra a una tribu silvestre como lo son ustedes?
La guerra nunca ha sido ni será la solución a nada, sólo es el culmen de la ignorancia humana, su apoteosis más vergonzosa. Es lo que siempre nos ha sumergido en la mierda y lo que siempre nos mantendrá allí. No importa qué tanto avance la ciencia, qué tantos libros se escriban o cuántas Gretas Thunberg nazcan para venir a hacernos caras feas y decirnos que las bombas liberan mucho CO2 a la atmósfera, la guerra está allí, es el enemigo subrepticio en tiempos de paz.
Bien dice la frase: «En tiempo de paz, prepara la guerra». Quiero creer que los tiempos han cambiado y que hemos crecido lo suficiente como para que los dirigentes del conflicto sean lo suficientemente sabios y esos libros que supuestamente han leído todos los líderes sirvan de algo. Sun-Tzu lo dejó muy claro a aquellos que en verdad aprendieron lo importante de sus enseñanzas: «El supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar», quiero creer que los que están allá arriba pueden seguir algo de eso.
Pero creer es, por antonomasia, el verbo que define al creyente. La fe en la moral y la ética humana es algo tan estúpido como aquellos que todavía creen que hay un Dios que bajará de los cielos y nos ayudará con los exámenes, a encontrar dinero y a lograr tener una vida estable sin el menor atisbo de esfuerzo. Aunque suene a lo que diría cualquier infralapsario sobre los dogmas de aquellos que en verdad creen en un mundo mejor, la verdad es que el miedo es algo que nace cuando te percatas que el destino del mundo está en manos de algo tan mundano como el hombre.
Y bueno, entre palabras de hombres nada mejor para evidenciar la naturaleza del mismo que aquellas que nacen de los escritores y cuyas enseñanzas hoy hace tiempo que no se les ve merodear por estos lugares:
«Necesitamos menos “manos tendidas por encima de los mares”, y algo más de esa desconfianza elemental que costituye la seguridad de las naciones. La guerra se complace en venir como un ladrón en la noche; y la noche está hecha de promesas de amistad eterna».
─Taylor Coleridge.
Creo yo, en lo humilde que me he vuelto dado lo consciente que estoy de lo poco que conozco el mundo, que es mejor vivir toda la noche creyendo la hipocresía de la amistad eterna, que despertar y darnos cuenta de lo mucho que hemos perdido por el simple hecho de cometer el error de nacer siendo humanos.
No sean pendejos, no celebren la guerra. Eso es a grosso modo, lo que intento decir.