Querido diario: Yo y la cruda realidad

Querido diario, tú sabes que toda la vida me había jactado de ser inmune a la cruda (resaca), veía como mis amigos sufrían, tomaban electrólitos, vomitaban y pudiese jurar que después de nuestras épicas y promiscuas fiestas universitarias, al día siguiente más de uno podía terminar sin problemas en algún coma o estado terminal. Siempre creí que después de alguna fiesta alguno se me iba a morir debido a la cruda. En lo personal, yo me sentía bendecido. Cualquiera cambiaría su vergota o sus privilegios sociales sólo por tener el don que Dios me regaló. Pero como siempre, cuando todo iba relativamente bien, de la nada… todo empezó a ir relativamente mal.

He sufrido hasta la fecha (con la del día de hoy) cinco resacas. Cada una es peor que la anterior, y las últimas tres han sido en las últimas tres semanas. Un deporte sano como lo es el beber, se ha vuelto como jugar a la ruleta rusa, entre más me empino mi caguama más aumento las probabilidades de que al día siguiente considere seriamente acabar con mi vida y terminar con el sufrimiento que conlleva una resaca.

Dicen que el dolor es relativo, si mis amigos con sus cerebros pequeños sufren, ¿cómo crees que es mi dolor en un cerebro enorme, jugoso y sexy?, es el infierno en la tierra. No estoy hecho para sufrir resacas. Mis amigos tienen callo, saben sobrellevarla, ellos se forjaron en el dolor e incluso cuenta la leyenda que con una determinada combinación de bebidas y comidas picantes aprendieron a curarla, ¿pero yo?, yo soy virgen.

Imagina una persona que nunca ha sufrido dolor, luego de un día para el otro tiene que levantarse a las 4:50 de la mañana porque su cerebro toma la decisión de que es mejor sufrir despierto que hacerlo dormido. Muy inteligente el imbécil hijo de puta…

Corro rápido al baño y vomito ácido gástrico y carta blanca. Vuelvo a la cama y el dolor punzante no me permite volver a conciliar el sueño. Miro el reloj y veo que avanza lento, es mi ritmo circadiano que está cobrando venganza por pasar de una vida nocturna a una diurna.

Recuerdo que la gente con dolor de muelas duerme sentada para así reducir la irrigación a la zona afectada y reducir el dolor, intento dormir sentado. Pero mi cerebro es un hijo de puta, sabe que la irrigación a la cabeza no puede reducirse en demasía pues induciría un desmayo para prevenir una posible hipoxia cerebral, el cerebro sí es inteligente después de todo. Pero me duele la cabeza, sus conocimientos en fisiología poco me ayudan en ese momento.

¿Y si reduzco mi oxígeno?, comienzo a aguantar la respiración para ver si logro desmayarme, no lo consigo, mis pulmones de fumador social salen a delatarme. No puedo soportar una resaca, mucho menos tengo los huevos para contener la respiración. Me quito la playera y comienzo a estrangularme, rezo para que mi madre no entre al cuarto y piense que estoy practicando asfixia erótica. Tampoco tengo los huevos de ahorcarme. Se me viene el estómago a la boca, me la tapo con fuerza y corro al baño para volver a vomitar, fueron cuatro caguamas, no fue un barril, no fue una botella, fueron sólo cuatro caguamas. ¿Por qué me está castigando mi cuerpo de esta manera?

Tal vez mi cerebro está intentando decirme algo, ¿es algún tipo de enseñanza abstracta?, ¿debería dejar de tomar agua?, ¿debería dejar de comer sano?, ¿debería dejar de ser tan disciplinado con mi ingesta diaria de Omega-3?

Tal vez sólo me intenta enseñar que debo dejar la bebida, pero no lo haré. Me lo merezco, lo tengo consentido: Lo alimento sanamente, le doy de leer 12 horas al día, le enseñé ingeniería química, le enseñé a programar, literatura, historia y le enseñé matemáticas, ese hijo de puta no puede venir a estas alturas del partido a decir que ya no quiere alcohol, no se lo voy a permitir.

Prefiero causarme daño cerebral antes que dejar de tomar, prefiero vomitar tan fuerte que se me salga el culo por la boca antes de dejar de tomar. No pienso negociar con este maldito terrorista, sé de lo que es capaz y sé sus técnicas de manipulación, he vivido toda una miserable vida a su lado, le conozco cada uno de sus trucos.

Hago público este manifiesto de odio y el fin de la paz armada en la que hemos vivido todos estos años, si mi cerebro se cree mejor que yo, debo decirle que está muy equivocado, que no sea crea un culo, si ya sabe que es mi pinche perro.

No sé si podré ganar esta pelea, pero moriré intentándolo. Si muero, quiero que sepan quién fue mi asesino, quién es la mente maestra detrás de mi muerte, quiero evidenciar a este maldito cretino.

Con permiso, iré a inhalar pegamento sólo para dañarlo y que sepa que voy muy en serio. Esto no es una apología a las drogas, esto es la apoteosis de una vida de enemistad, el fin de la paz, el inicio de la guerra.

Nos vemos…

Un comentario en “Querido diario: Yo y la cruda realidad

  1. Nunca conocí el elixir mágico que alivia la cruda, pero si tu estómago lo soporta, vuélvete a emborrachar, así se quita la resaca, deja la cerceza y empieza a beber como niño grande, consume alcohol solo (sin agua, sin refresco e incluso sin hielos).
    Así es como yo curo mis crudas, obviamente seguir ese camino solo te llevará al alcoholismo declarado pues después de un par de meses de seguir estás prácticas aparecerán las lagunas mentales, es cambiar una por la otra, pero tú eres superior a mí, probablemente a ti no te pase, suerte…

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