
Para iniciar esta reseña plantearé un famoso acertijo para aquellos que aman los retos, es fácil, pero puede presentar dificultades si no se presta la suficiente atención.
Existía un mercader hindú que había realizado una obra asombrosa, la cual había dejado pasmados a muchos expertos en matemáticas y sabios de aquella época, todos se preguntaban cómo es que lo había hecho, dado que esta historia pasó de mano en mano, al final se perdió la solución al problema, lo único que queda es el problema, ¿la solución?, bueno, esa corre por tu cuenta:
El mercader tenía 8 perlas del mismo tamaño, mismo color y misma forma. El problema es que una de ellas era más ligera que las otras 7, pero muy poco, algo no perceptible para el cálculo inseguro de un humano. El mercader lo sabía, pero aquél día había olvidado su báscula y lo único que tenía de herramientas era una balanza, iba a vender 7 de sus perlas a un famoso orfebre que las necesitaba para un collar. El mercader, para que el trato fuese justo, decidió que le daría las 7 perlas más pesadas y él conservaría la más ligera.
Como ya dije, el mercader tenía solo una balanza, aquél cliente escuchó de la boca del mercader que una era más ligera, que si su paciencia se lo permitía, le diera tan solo un momento para balancear las perlas y encontrar aquella más ligera. El hombre aceptó.
El mercader realizó solo dos movimientos, es decir, usó la balanza solo dos veces. El cliente quedó fascinado pues él había jurado que para saber cuál perla era más ligera, se requerían mínimo 3 movimientos.
Ponte en esta posición: Pones en la balanza 4 perlas de cada lado, aquél lado que se eleve contiene a la perla más ligera. Esas 4 perlas las separas en 2 grupos de 2 perlas cada uno, ahora los pones en la balanza. El grupo que se eleva contiene a la perla más ligera, sin embargo, has agotado tus dos movimientos, necesitarías un tercero para saber cuál de las dos perlas que quedaron es la más ligera, ¿cierto?, pues bien, esa es la pregunta: ¿Cómo hizo el inteligente mercader para resolver este problema en dos movimientos?, piénsalo con detalle, analízalo, recuerda que es preciso aclarar las dudas con serenidad y bondad. La precipitación conduce al error y la discordia.
Este problema y muchos más, son los problemas que se resolverán en «El Hombre que Calculaba», una novela del escritor Brasileño Julio César de Mella y Souza. Es ficción, novela histórica y divulgación de matemáticas, pero no matemáticas complejas, sino las matemáticas más elementales que pueden existir.
La historia nos transporta a la vida de Beremiz, un pastor persa que todos los días está atado a la tarea monótona de contar cientos de ovejas, su único entretenimiento era esta actividad. Pero, al volverse un experto, Beremiz le agarró amor, ergo, empezó a contar más cosas: Hormigas, abejas e incluso las hojas en los árboles. Este entrenamiento hizo que Beremiz pudiese contar todas las hojas de un árbol con una sola mirada de unos segundos. Lo volvió una máquina humana en el arte del conteo.
Su nuevo amigo, Hank, impresionado por lo que Beremiz es capaz de hacer, decide llevarlo a la ciudad de Bagdad para que obtenga un buen empleo por sus habilidades. Y no estaba para nada equivocado.
En Bagdad, Beremiz será puesto a prueba por mercaderes, banqueros e incluso el mismo Califa a través de divertidos problemas que estimulan la imaginación e invitan al lector a la reflexión. Todo esto irá dándole una reputación a Beremiz de ser el mejor matemático que ha pisado Bagdad, la envida y los celos de otros «sabios» siempre estarán al acecho de los logros de Beremiz, pero, Beremiz no solo posee una increíble habilidad de razonamiento matemático, sino que también ha alcanzado la bondad y la humildad de los hombres sabios, a cada reto y a cada insolencia responderá con frases que se te quedarán grabadas por bastante tiempo, siempre inerme ante la provocación:
«El hombre solo vale por lo que sabe. Saber es poder. Los sabios educan por el ejemplo, y nada hay que avasalle al espíritu humano de manera más suave y convincente que el ejemplo».
─Beremiz.
La novela no solo es rica en sus enseñanzas y en su trabajo de divulgación de las matemáticas, también es rica en historia y en acercar al lector a esa cultura sufista que está tan arraigada a la novela. Conocerás un poco de las palabras sanscritas, árabes y persas de aquella época, denominaciones y cargos políticos, etcétera.
Sin embargo, si algo se puede destacar sobretodo lo mencionado, es la matemática que maneja Beremiz. Problemas que pareciesen complejos tienen una solución sencilla y sin tantos rodeos. Una forma que utiliza el autor para acercarnos a esta bella rama de la ciencia y a la magia que hay detrás de los números y los razonamientos lógicos: Desde repartir el pan hasta vender camellos.
La lectura es ligera y el libro no es largo (256 páginas), puedes terminarlo en un día sin mayores problemas. Así que dale una oportunidad y ponlo en tu lista de pendientes, al final del día las matemáticas ─por más oscuras que a veces parezcan─ son la ciencia más noble entre todas las que hay, «la ciencia de las verdades eternas».
No olvidemos que Galileo promulgó que «las matemáticas son el idioma con el que Dios escribió el universo», entenderlas, y acercarnos a ellas, es también una forma de acercarse al universo, y tal vez… También a Dios.
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Saludos.