—¿Para qué haces la tarea?
—Porque si no la hago me van a reprobar.
—¿Y qué?
—Pues si me reprueban no voy a terminar la carrera.
—¿Y para qué?
—Porque a mí me dijeron desde pequeño que para ser alguien en esta vida tenía que estudiar y no ser un ignaro. Además, tener una carrera me ayudará a tener un mejor trabajo, más oportunidades.
—¿Para qué quieres un mejor trabajo?, ¿para qué quieres mejores oportunidades?
—Pues porque me gustaría tener una buena vida, poder formar una familia, poder ser autosuficiente. Quiero tener dinero para poder tener mis lujos, poder viajar, poder comprar lo que necesite.
—¿Para qué?
—Porque eso me hace feliz.
—¿Por qué quieres ser feliz?
—Porque así me educaron, porque vivo subyugado ante el paradigma de un estilo de vida hedonista. No veo más allá que encontrar la felicidad, ya sea a través del dinero, del poder, de la fama, de la comida, las drogas, el amor, el sexo. Soy una máquina programada en busca de la felicidad, no me interesa nada, todos mis movimientos como ser humano están gobernados para buscar descargas de dopamina y otros neurotransmisores en mi cerebro. Puedo creer que estoy haciendo algo porque mi consciente así lo ha dictado, pero no, cada movimiento en mi vida es gobernado por el propio onanismo subliminal que tiene mi cerebro, esa adicción a estar dopado, esa adicción a ser feliz.
—Pero, ¿por qué quieres ser feliz?
—Porque no quiero estar triste.
—¿Por qué?
—Porque no me gusta la tristeza, sólo quiero vivir feliz, incluso si ser feliz es sinónimo de vivir en la profunda ignorancia. No me gusta pensar las cosas, no me gusta ahogarme en vasos de agua, no me gusta ahorcarme con mis propias manos. No tengo deseos en indagar más allá, no tengo interés en buscar algo que no sea la propia felicidad, ¿para qué me molesto?, no quiero saber qué va a pasar mañana, no quiero saber que pasó hoy o qué está pasando en estos momentos. No me interesa el origen de la vida, no me interesa la vida después de la muerte, no me interesa si el Dios en el que creo existe o no, no me interesa saber qué hay más allá de las fronteras de la conocido, no me interesa lo desconocido, no me interesa nada que no sea la búsqueda de mi propia felicidad, sólo quiero ser feliz a costa de lo que sea. Sólo quiero ser feliz si el simple hecho de buscar mi felicidad conlleva a crear competencias sociales, una competencia moral y ética entre las personas, ver quién puede más, quién es más apto para ganar esa carrera de 200 metros planos y recibir otra descarga de felicidad. Ver quién puede obtener ese título universitario y regocijarse en las descargas de felicidad que conllevan las felicitaciones de los familiares y el alimento diario de mi ego. Ver quién está más preparado para ganar ese puesto de trabajo y recibir otra descarga de felicidad.
Recibir todo lo que busco para ser feliz, volver la vida un sistema de competencias, que con cada triunfo mío, voy desbordando tristeza y miseria por donde camino, no me importa que la fuerza de unos dependa de la debilidad ajena. He venido a ser feliz, y no me importa cuanta desdicha siembre tras mis pasos, porque este es mi sino podrido, la cruz que cargo por el hecho de existir.
Ser feliz al final del día es venir a la vida para volver infelices a todo aquél que se cruce en nuestro camino en búsqueda de la felicidad.
—¿Y dices que el loco es Efraín por pensar todos los días si realmente vale la pena seguir viviendo?
—Sí.