—¿Y qué libros te gusta leer a ti? —preguntó Efraín con el miedo a tener la respuesta que siempre ha temido toda su vida.
—Me gustan muchos, pero mi favorito es Orgullo y Prejuicio. —Respondió la maldita perra estúpida.
Esa es la respuesta que tanto odiaba en las mujeres. Era como si las hubiesen programado a todas para amar ese libro. Las mujeres estúpidas pensaban que la imagen del amor era lo que reflejaba Jane Austen en una puta novela ambientada en el siglo XVIII, ¿cómo podían vivir con tanta basura en su cabeza?, ¿Cómo podía haber tata perra básica con los mismos putos gustos? Siempre lo mismo: «Es que Darcy la amaba por lo que realmente era ella, es tan encantador». Pobre perra estúpida. Pero no importa, porque Efraín era sabio, benevolente y siempre daba segundas oportunidades, así lo habían educado a él. Era Jesucristo hecho persona.
—Ahh, ammm, nice. ¿Qué otro te gusta?, algo más literario, más deep web, no sé, ¿qué tal la filosofía?, ¿te gusta algún filósofo en especial? —preguntó Efraín con el doble de miedo, incluso notó como le temblaban las manos.
—No mucho, ¿has leído el Mundo de Sofía?, ¡está bien padre! —dijo la dama pendeja.
Ya no había salida, no sólo era básica, sino también una de las más pendejas en todo el reino de FCQ. ¿También quería aprender filosofía con un puto libro de niños?, ¿en verdad esa mujer sabía el significado de filosofía?, Efraín no quiso averiguarlo. Así que hizo su ataque favorito, el famoso «quiero que esta estúpida me deje de hablar al mismo tiempo que sus amigas o seres parecidos nunca osen hacerlo». Efraín era un maldito genio, alguien muy adelantado a su época.
—¡Ohh, que padre! Yo estoy viendo un vídeo porno donde tres tipos se vienen en la boca de una niña con retraso mental. Está bien padre. ¿Te gusta coger con retrasados mentales? —Preguntó Efraín, a pesar de ya saber la respuesta.
—¿Qué?, ¿es en serio? —preguntó la perra básica.
Claro que no era en serio, pero Efraín sabía que esa pregunta la ofendería. Efraín siempre ha sabido cómo hacer enojar a las personas. De cualquier tipo, desde las más tranquilas hasta las más volubles, desde las más ignorantes hasta personas con múltiples doctorados. No importa quién esté contra él, años de estudio en psicología lo respaldan, es un maestro del trolleo avanzado, sólo Dios sabe de lo que ese hombre es capaz.
—Sí, bueno, la verdad me gusta cualquier vídeo donde humillen a las mujeres. No sé porque me excita tanto que las traten como perras. Creo que golpear a una mujer en la cama es uno de los mayores placeres que Dios le ha dado al hombre, por algo la biblia dice que la mujer debe ser una perra. ¿No crees? —dijo sonriendo mientras la luz de la pantalla del celular iluminaba sus ojos. Esa pantalla le devolvía el brillo que hace años había perdido a través de las decepciones.
—Ahhh, no sé qué decir… –dijo la perra básica.
Efraín ya no recibió ninguna respuesta ni tampoco hizo otra pregunta. Había sido excelso el dominio de la situación. Esa mujer se iría a hablar pestes por todos lados, rumiando y creyendo que era una mejor persona que Efraín. Efraín lo sabía, siempre había gozado de hacer enojar a las perras básicas, incuso Efraín pensaba que ese tipo de actos aumentaba sus poderes sexuales.
Cualquiera hubiese hecho lo que sea por engañar a la perra básica y cogérsela (no hay mujer más fácil de llevar a la cama que una a la que le guste Orgullo y Prejuicio), Efraín no, Efraín era mejor. Efraín no estaba en busca de una mujer perfecta ni mucho menos, sólo de una que no estuviera englobada en el mismo arquetipo de pendeja como las demás. Y aunque todo parecía apuntar a que jamás la encontraría, eso no le quitaba el sueño por las noches. Efraín abrió de nuevo su libro de variable compleja. «Sólo tú me entiendes Cauchy, tú eres mi Darcy, sólo tú me quieres por lo que realmente soy». Se puso a leer, pasaron nueve horas, así siguió hasta que no pudo más y cayó dormido… Aquél día fue muy productivo.