Égloga Chihuahuense.

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Tan hermosa esa mujer, era de esas que dejaba una estela de perfección por donde pasaba, tenías que esperar horas a que se disipara la misma, tan fuerte era su presencia como su ausencia.

Todos la veíamos pasar maravillados, hablábamos y contábamos historias sobre lo perfecta que era, hija de Dioses, la efigie y reivindicación de todos los estereotipos de belleza contemporáneos.

Nosotros, como todos los hombres de naturaleza cobarde, no nos atrevíamos a dirigirle la palabra, ¿qué podía salir de nuestras bocas para impresionar a una mujer cuya mera existencia desafiaba todas las leyes de la física?

─No, es imposible, esa mujer es la evidencia de que Dios existe, no puede ser un accidente del universo, es algo planeado, obra salida de la mano de un arquitecto divino.

Todas nuestras palabras eran herejía, eran blasfemia, impíos actos si los comparábamos con el que suponíamos era el sagrado evangelio sonoro que salía de su boca.

A mis amigos y a mí nos gustaba fantasear sobre casarnos con ella y vivir felices, pero a su lado la felicidad era algo que se quedaba corto. Buscábamos en el diccionario palabras que la describieran, no había, ni en éste ni en ningún otro idioma.

Un día decidimos cometer la osadía, hicimos una apuesta para que alguien se atreviera a dirigirle la palabra. Yo fui  el seleccionado por los Dioses. Yo, el menos apto, el que menos podía salir ganando, una broma cruel del destino, una versión moderna de la bella y la bestia, el esperpento y la perfección, el grito y la Gioconda, no había oportunidades.

Que cruel es la vida, a veces nos ilusionamos e idealizamos sin percatarnos de ello…

Esas palabras tan desconocidas terminaron enterrando lo poco de esperanza que había entre nosotros.

No era una princesa, era peor que una vagabunda:

Le gustaba la música banda, las series de televisión sobre narcos y OITNB, no leía, gastaba toda una fortuna para ponerse uñas postizas, arrastraba la lengua al hablar y usaba más maquillaje que el necesario en una producción de la Warner Bros.

Escucharla hablar sobre lo que le gustaba y lo que pensaba era como servirte un plato de cereal y darte cuenta al final que la leche estaba caducada. Pero hasta con la leche mala se puede hacer yogur, de ella no se podía obtener nada.

Me aguanté las ganas de llorar y volví a contarle a mis amigos, a mis siempre folios blancos, porque ellos nunca engañan, siempre tienen el privilegio de contar verdades.

Ahora la vemos pasar, ahora cuando percibimos su estela de perfume chanel No. 5 sabemos que es para ocultar el hecho de que es una mierda de persona,  girando, atrayendo las miradas de la forma más ominosa, de esas trampas que sólo ellas saben hacer, de ese acto injusto de que sólo por ser bella te da el prohibido privilegio de estar pendeja.

Es la historia promedio de Chihuahua, es la trampa de todos los días, es la lección de darte cuenta que si pecas de idealización te venden tragedia como égloga.

Cada día es lo mismo, aquí, allá, en todas partes…

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