El día que cambiaste tus sueños por ser Godínez.

Creo que a estas alturas ya todos tenemos un claro significado de lo que significa ser «Godínez», y de no ser así, pues aquí te va una rápida: Un Godínez es una persona que trabaja en una oficina,  y claro, cuya vida sólo gira en torno al trabajo repetitivo e insignificante que ejercen.

Todos tenemos una concepción pendeja de lo que significa «estar vivo», pero, la de los Godínez es de las más vacías que yo he conocido.

Los Godínez vienen de las mismas carreras: Administración de empresas, recursos humanos, contabilidad, psicología, economía, letras, filosofía, ciencias de la comunicación y otras artes oscuras muy ajenas para nosotros los que estamos más familiarizados con los fríos y austeros caminos de las ciencias.

Para ser sincero,  no estoy diciendo que las ciencias sean mejores que todas esas cosas oscuras, la verdad me importa un carajo menospreciar sus carreras cuando sus propios estilos de vida son los que deberían dejarles claro la inferioridad e insignificancia que sus decisiones han hecho en sus vidas, en sus sueños.

Yo no sé,  pero de niño jamás soñé con levantarme todos los días a la misma hora, arreglarme e ir con puntualidad a una fría oficina, convivir con compañeros de trabajo a los que estoy seguro terminaría odiando por no odiar tanto las cosas como yo lo hago, aguantar a un jefe ignorante y déspota justificándome tras la mentira de que la cifra en mi nómina vale la pena, pues, «al menos es más de lo que ganaría siendo un obrero».

¿Y todo para qué?, al final del día la cifra no reflejaría lo que realmente sé, lo que realmente valgo, pero claro, no hay nada que pueda hacer. Porque vivo en un país tercermundista y lo único con lo que me puedo justificar es con argumentos tipo: «En este país son pocas las oportunidades, es difícil ser alguien emprendedor, es difícil avanzar, agradecido debería estar de tener trabajo».

Que jodido vivir así, que jodido justificar que realmente están viviendo por lo que sólo hacen el viernes, porque todos hacen lo mismo: Aguantan una jodida jornada de 8 horas, cinco o más días a la semana, todo en aras de vivir realmente el viernes, todo sólo para esperar las vacaciones donde realmente pueden ser «felices». Y es que, cuando el alma realmente vive, no hace falta un fin de semana para ser feliz.

Todos los días sentados en el mismo asiento, haciendo el mismo trabajo jodido y monótono. No importa si lo haces bien, de hecho, debes hacerlo bien, porque tú sabes que eres un ser completamente reemplazable, y claro, que en cualquier momento puede entrar alguien mejor capacitado en aquello de vivir muerto.

¿Dónde quedaron los sueños que tenías de niño?, ¿Dónde quedaron los deseos de ser alguien?,  ¿Dónde quedaron las ganas de hacer algo por los demás?, ¿Dónde quedaron las ganas de cambiar el mundo?, ¿Dónde quedó el idealismo?

Con mis pocos años de experiencia me he dado cuenta de algo muy importante:

Si eres una persona que no pudo escapar de las cuatro paredes de la oficina, si eres una persona que cambió los sueños de niño por la cifra en un papel, si eres alguien que puede auto engañarse todos los días creyendo que realmente es feliz, que realmente ama su monótono estilo de vida, si eres esa persona que cree que algo trascendental le va a caer del  cielo para darle significado a su vida… Bueno, tu vida es lo que realmente mereces.

Porque en esta vida de seudo despiertos, sólo los soñadores son los que en verdad merecen vivir, más vale vivir soñando que estar vivo sólo para ser la minoría de un sistema laboral que tarde o temprano te va a dar la espalda, cuando seas viejo, cuando se den cuenta que vales menos que la fuerza joven.

El sistema laboral se alimenta de lo que ayer tenías por sueños. Más respeto siento por alguien que vive jodido pero alejado de que todos sus días sean iguales, que alguien que prefiere entregar su vida entera sólo para permanecer en su zona de confort.

Y es que, entre más vivo menos vale el dinero para mí.

Entre más vivo más me doy dando cuenta de que no existe sueldo que compense el dolor que se debe sentir vivir en una monotonía.  Si para ti lo vale, felicidades, ya eres de esas personas cuya vida ha logrado ser cuantificable.

El día en que le pones precio a tu vida, es exactamente el momento en que tu vida deja de valer como tal, es el momento en que vales menos que yo, el  momento en que vales menos que los demás.

Porque tal vez te hayan enseñado lo contrario, pero lamento decirte que no todos valemos lo mismo.

#PeaceOut.

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