Advertencia: Esta es una anécdota de amor, despecho y un chingo de sentimiento, no, no es un manifiesto de mi homosexualidad ni nada por el estilo, sólo es una anécdota de como aprendí que no decir lo que piensas puede ser una de las cosas más pendejas que puedes hacer en esta vida, espero no quede tan larga para no aburrirte, si es que estás leyendo esto te recomiendo que no la leas, pero si decides leerla a pesar de mis recomendaciones no me hago responsable de que tan aburrid@ puedas terminar, ya advertido vamos a ello…
El año en que los 12 meses fueron Abril.
Yo estudié los primeros dos años de secundaria en la escuela técnica número 72 en el primer bimestre de tercer año de secundaria me corrieron (sin importarles todo el amor y ángel que soy de persona) y fui a parar a una secundaria llamada federal número 8, por suerte no perdí ningún año de secundaria durante dicho cambio.
No tienes idea de que tan brusco puede ser ese tipo de cambio, la federal 8 es como el hijo bastardo del CONALEP, en aquel entonces era la escuela más horrible de todo el estado, lo digo en serio, la escuela tenía alambrado de púas en las paredes porque los alumnos tenían la costumbre de brincarse las mismas para salirse de clases, los prefectos eran guardias de seguridad y la secundaria tenía todas las paredes llenas de grafitis tanto por dentro como por fuera, y no, no eran «arte urbano» sino de aquellos que se parecen a los garabatos que haces en la parte trasera de tu cuaderno cuando quieres hacer que una pluma vuelva a escribir.
Todo ese desastre de escuela era debido al número elevado de delincuencia juvenil y pandillas que había en la misma, de hecho los salones parecían jaulas, se podían cerrar por fuera con un pasador y las ventanas tenían una especie de reja para que no te salieras por la misma, de hecho «secundaria federal número 8» era eufemismo de penitenciaría juvenil número 8.
A pesar de que la secundaria estaba en mi colonia el hecho de ser el chico nuevo no era nada bueno, recuerdo cuando llegué a la secundaria y me presentaron:
«El será su nuevo compañero, se llama Efraín, sean buenos y ayuden a que el cambio sea rápido para él».
Aún recuerdo que en la parte trasera estaban tres chicos de un pésimo aspecto rayándome la madre mientras me presentaban, yo siempre me siento en la parte trasera de los salones y ese día debo admitir que tuve miedo, yo era un ángel comparado con ellos, y a pesar de que en la técnica 72 yo era el «chico problema» no tuve ni la mitad de huevos necesarios para sentarme hasta atrás con esos maleantes.
Hice una inspección rápida con mi mirada para ver cuál era el mejor lugar, y allí fue donde en el segundo asiento de la fila del centro vi a una chica con una sonrisa demasiado alegre, casi llegué a pensar de que tal vez estaba alegre de que yo estuviese allí, por alguna razón su mirada y su forma de sonreír (sonrisa de caja de cereal) me invitaron a sentarme detrás de ella, y obviamente yo no iba a rechazar dicha invitación.
Me siguió con su mirada sin quitar esa puta sonrisa que ya empezaba a parecerme la de una persona con algún tipo de desorden mental, cuando me senté detrás de ella me di cuenta que esta señorita emanaba un olor dulce parecido al de las flores, ¿De qué tipo?, pues flores florales, no soy un experto en botánica, sólo sé que las flores huelen a flores, los hombres no sabemos distinguir «tipos de flores», si un hombre puede diferenciar los aromas, cuidado, probablemente sea gay.
Una vez que me senté detrás de ella la chica volteó y me miró fijamente a los ojos por un plazo de dos horas aproximadamente, en realidad fueron como cinco segundos pero para mí fue una eternidad, algo que simplemente no quería acabar.
Cuando se cansó de mirarme por fin habló:
— Hola, ¿Cómo te llamas?
*¿¡Qué no escuchó mi nombre mientras me presentaban!?, pensé.
— Hola, Efraín, ¿Y tú?
— Abril.
— ¿Con -b- o con -v-?
— Abril con -b-, como el mes.
— Nunca había conocido a alguien que se llamara como un mes.
— Yo también soy nueva, llegué apenas este año.
*Me gustaría llamarme septiembre, pensé.
— ¿De dónde vienes, Efraín?
— De la secundaria técnica número 72.
Tal vez fue el hecho de que también era nueva, tal vez fue su sonrisa psicópata, tal vez fue el hecho que olía a flores florales, no sé, pero me agradó, tal vez demasiado…
Mis primeros días pudieron haber sido una tortura pero si no fue así es gracias a Abril, ella me presentó a sus amigas y amigos, ya después yo me la «navegué» solo, siempre que llegaba a la escuela me gustaba estar pegado a Abril, ella me protegía de todas las malas amistades que me rodeaban, ella y sus dos mejores amigas eran lo único decente de esa maldita escuela, una se llama Nancy, la otra la verdad nunca me pude aprender su nombre, me caía medio mal, espero y esté muerta.
Abril se ganó mi respeto por ser una mujer en extremo inteligente, competíamos para ver quien acababa más rápido los ejercicios de álgebra que nos ponía el profesor de matemáticas, casi siempre ganaba ella, era muy buena en matemáticas, en química, en todo, Abril era perfecta, sólo tenía un pequeño defecto: Era de Cuernavaca, o sea, era chilanga y hablaba como si estuviese cantando, más que ser un defecto era algo que siempre me causaba demasiada gracia, siempre me burlaba de su acento chilango.
Es muy fácil ser un pendejo cuando se es tan joven, y si algo amaba en aquel entonces era el hacer pendejadas, había algo en mí que simplemente ya no podía dejar de mirar a Abril, me empecé a cuestionar a mí mismo si aquello que estaba sintiendo es lo que llamamos «amor».
A veces mis compañeros hacían burlas de que Abril y yo nos gustábamos, Abril siempre se reía, ella era feliz, yo simplemente me enojaba y decía: «Nada que ver». Que difícil es ser mentiroso cuando estás perdidamente enamorado de alguien, por más mentiras que salgan de tu boca tu cuerpo escupe la verdad de formas extrañas.
Pasados algunos meses yo ya había tenido muchas peleas internas, había decidido simplemente distanciarme de Abril, tal vez fue por miedo a la crítica social, tal vez fue por miedo a mí mismo, tal vez simplemente fue una decisión aleatoria. Dejé de lado nuestras competencias de álgebra, dejé de saludarla cuando la veía, dejé de hablar con ella e incluso empecé a burlarme y a hablar mal de ella a sus espaldas, nunca supe porque hacía esas cosas, creo que era una forma de demostrarme a mí mismo o a los demás que no la amaba, simplemente renuncié a algo tan normal como el amor para ser el hijo de puta en el que me convertiría para toda la vida.
A poco más de la mitad del año (en una escuela llena de criminales) obviamente iba a salir lastimado de alguna u otra forma, tuve que pelearme durante una hora libre con un amigo, larga historia, el punto es que me golpearon tan fuerte en la boca que me tuvieron que llevar al hospital pues requería puntadas (3 de hecho), cuando mi madre me sacaba de la escuela lleno de sangre recuerdo haber visto a Abril cerca de la salida, su gesto lo dijo todo, ella en verdad estaba preocupada, estaba enojada, conmigo y con quien me había golpeado, días después yo llegué a escuchar de su linda boca palabras como: «Que coraje que le haya pegado ese pendejo, en serio, maldito animal», ¿Abril defendiéndome?, ¿A pesar de ser un hijo de puta con ella?, estaba enamorado, y más por escucharle su vocabulario de niña mala, no se preocupen amigos, casi no lloré durante las puntadas.
Días después jugaba básquetbol en el receso, Abril nos veía jugar y pues como todo hombre enamorado OBVIAMENTE iba a tratar de impresionarla con mis súper jugadas sacadas de vídeo juegos que trataban de básquetbol, por andar haciéndole al Don Chingón me dieron otro golpe en la boca, se me volvieron a abrir las heridas.
Abril se preocupó por mí así que me ayudó, me tomó de la mano y me llevó a la parte trasera de los salones (esa parte en las escuelas que siempre está sola), sacó de su bolsa esas toallas húmedas marca Kleenex™, pegó su cuerpo completamente al mío al mismo tiempo que limpiaba la sangre de un pendejo, así me sentía, había sido un completo pendejo con ella sin embargo ella seguía preocupándose por mí, ella seguía siendo tan ella, ella seguía oliendo a flores.
En ese momento fue cuando le dije que la amaba: «Te amo», -eso pasó por mi mente-, de mi boca salió un: «Te mamas, estoy bien, no es para tanto», ¿Ven qué fácil es ser pendejo?
Todo lo que sobró del año escolar fui un mártir, me moría de ganas de decirle lo mucho que la amaba pero al estar frente a ella siempre salían malas palabras, insultos y críticas hacía su persona, me estaba convirtiendo en el profesional que hoy en día soy.
Que rápido pasan los abriles cuando vives amando a Abril, cuando menos me lo esperaba ya estábamos a semanas de la graduación, imagina que se siente que en un año no hayas tenido los huevos de decirle a una persona lo mucho que la amabas y que después de que se terminara el año posiblemente nunca la volvieses a ver, si Dios me quería muerto como no me mató de cáncer o algo así, ¿Por qué hacer las cosas tan difíciles?
Un noche me senté en mi escritorio y dado que ya no tenía tiempo y tampoco iba a tener el valor de la noche a la mañana decidí que se lo iba a decir a través de una carta, la primera carta de amor que aquel niño de 15 años iba a escribir, tomé mi cuaderno y agarré una pluma azul, la marca bic es una completa mentirosa en eso de que «no sabe fallar», estuve media hora rayando en la parte trasera de mi cuaderno viendo como salían líneas y luego se desaparecían, el diseño fue digno de ir a plasmarlo en uno de los muros de la escuela, decidí buscar otra pluma, ¿Te ha pasado?, siempre hay plumas en tu casa pero el día que necesitas una; no hay, sólo encontré una… Color verde.
Que asco de color para escribir la carta de amor que va a decir todo lo que sientes, que coraje me dio no haber encontrado otra en toda la casa, sin más preámbulos me puse a escribir, no tenía el vocabulario que tengo hoy, pero mi objetivo era claro: Ser conciso, se directo y dile que la amas con pocas palabras pero honestas, sin rodeos, GO!
Yo no sé como pasó pero salieron algo así como 3 hojas por los dos lados, al parecer fallé en todos los aspectos, es cierto, si escribí que la amaba pero lo dije de una forma tan extensa que posiblemente se iba a quedar dormida al leerla, la escribí de una forma tan lenta y con todos los errores de ortografía que se tienen a esa edad, tenía miedo de que pensara que era un pendejo, de hecho lo era, pero me mortificaba más la idea de que ella lo pensara, tardé algo así como 5 horas, demasiado tiempo, hasta para el papel era cobarde.
Después de la graduación iríamos por los certificados o algo así a la secundaria, Abril siempre cargaba su mochila, ¿El plan?, echarla a su mochila sin que se diera cuenta, sólo para que notes el tipo de cobarde que era, no se la di en las manos, ¡CLARO QUE NO!, cuando se descuidó la eché en su mochila, era un cuadrado de papel mal hecho y mal escrito, era un pedazo de todo lo que yo era lo que estaba poniendo en su mochila.
Yo no te puedo decir si Abril la leyó, yo no te puedo decir lo que Abril pensó, sólo te puedo decir que el día que me despedí de ella fue el último día que la vería en toda mi vida, los dos meses que tuvimos de vacaciones antes de entrar a la preparatoria también fueron Abril, mi castigo fue haber pasado esos dos meses lamentando lo mucho que la había cagado, y me alegro que haya sido así, de esa forma aprendería a no volver a guardarme lo que pienso de las personas o lo que siento por ellas, la lección quedaría aprendida sin importar las cicatrices que la misma me haya dejado, ¿Crees que no quedó clara?, mira la lucidez con la que aún puedo contar esta historia a pesar de que ya me golpean varios años.
Poco después de haber entrado a la preparatoria una tarde cualquiera estaba acostado en mi cama viendo el techo pensando aún en ella y preguntándome si algún día en verdad la volvería a ver (era el primer semestre de preparatoria), como si nada y casi como por arte de magia el teléfono de mi casa sonó, mi madre contestó y dijo que era para mí, tomé el teléfono:
— ¿Bueno?
— Hola.
— Hola, ¿Quién habla?
— Soy Abril, ¿Cómo estás Efraín?
¡OH POR DIOS!, ¿Cómo obtuvo mi número?, ¿Yo se lo di?, ¿Qué quiere?, ¡La carta!, ¿La habrá leído?, ¿Qué le digo?, ¿La mencionará?, ¿Me extrañará?, LA AMO, ¿Se lo digo?, ¿Qué quiere?(otra vez), ¿Me amará?, ¿Qué estará pensando?, no mames que miedo, ¿Cómo se cuelga este teléfono?, todo eso pensé.
— Bien, ¿Y tú?
— Ammm…. Bien.
— ¿Cómo obtuviste mi número Abril?
— Tú me lo habías dado para una tarea, ¿No te acuerdas?
— No recordaba, pero pues ya recordé, oye Abril, disculpa, tengo que colgar ando un poco ocupado, ¿Hablamos luego?
— Ah ok, está bien, no te preocupes.
— Adiós.
— Bye.
Colgué, ¿Por qué?, porque es muy fácil ser pendejo, además merecía pagar por haber sido tan cobarde, nunca supe si Abril quería hablar de algo en específico, nunca supe si Abril leyó mi carta, nunca supe nada, nunca me di el derecho de saberlo y que bueno, después de colgar me fui de nuevo a la cama a seguir haciendo NADA.
¿Alguna vez les han preguntado que si pudiesen volver al pasado cambiarían algo?, a mí sí, y muchas veces cuando me lo preguntan pienso en muchísimas cosas y una de ellas es Abril.
Dicen que hay que estar orgullosos de los errores porque los mismos nos enseñan importantes lecciones, es cierto, pero no me importa lo que digan ustedes o lo que piensan ustedes, si yo pudiera volver al pasado tengan por seguro y que sin dudarlo pediría volver a los 12 mejores abriles de mi vida sólo para asegurarme de tener plumas en mi casa.
Así la carta donde le escribí todo lo que sentía estaría en color negro y no en un puto color verde.. ¿Quien carajos escribe con verde?, que vergüenza.
Les dejo esta canción triste que debió ser escrita el año de los 12 abriles y no en el 2013.
P.S.
Si llegaron hasta este punto leyeron 2500 palabras, felicidades, por cierto, le voy a mandar esta publicación a Abril sólo porque me encanta la mala vida, ¿Apoco pensaban que no sabría como encontrarla si algún día quisiera hablar con ella?, pff, novatos.
no me gustó la canción
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A mí tampoco.
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Me pasò algo similar con una tal Diana.
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I KNOW THAT FEEL BRO 😥
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